miércoles, 30 de diciembre de 2015

La luz que los locos ven

Les propongo imaginar un rato, cerrar los ojos y viajar con una breve pregunta. ¿Qué es lo primero que se les viene a la cabeza cuando piensan en Belén, en tiempo de Navidad?
¿el pesebre? ¿María? ¿José? ¿El gurisito Jesús en pañales? ¿los angelitos? ¿los reyes con sus regalos? ¿quizás la estrella que éstos siguieron? ¿los animales? ¿el censo ordenado por César Augusto? ¿el pueblo caminando para empadronarse?
Seguramete muchos de nosotros tengamos diferentes imágenes y recuerdos que nos conecten con este lugar y con esta historia, que más de 2000 años después nos fue contada, probablemente dramatizada en algún momento de nuestras vidas, y celebrada cada diciembre cuando afirmamos que ese nacimiento ocurrió, que Jesús vino al mundo en ese lugar donde no había lugar para El, y nos anunció alegría para todo el pueblo, la alegria de su nacimiento, ese nacimiento que vino a liberarnos de las opresiones, de los muros construidos por nosotros mismos, ese nacimiento que vino a ser luz en medio de un contexto en donde la opresión y la injusticia eran parte de la vida cotidiana.

Se me ocurrió jugar un rato el 25. Cerré mis ojos, recordé lo que pensada antes de estar acá, y se me vinieron a la mente varias imágenes de mi paso por la escuelita biblica, las obritas en las que actué, las diferentes navidades que representé, y también las navidades vividas, las más actuales, con mis amigos, con mis familias, en la iglesia, en el pueblo, la alegría de cada Navidad, la espera ansiosa por el brindis, por abrir los regalos, por abrazarnos fuerte y desearnos ¡Feliz Navidad! Mientras jugaba me pregunté ¿que significa ese deseo, esas palabras hoy?

Detuve el juego. Me despertó la realidad. Estábamos parados en frente al Muro de Separación que divide a dos pueblos, a una gran familia, Palestina e Israel. Ese muro de cemento, de 8 metros de altura y 700 kilómetros ha protegido estos años la expansión de asentamientos ilegales, ha colaborado el robo de tierras agrícolas de campesinos palestinos y ha separado a miles de familias.
Caminamos unos metros con mis compañeros Acompañantes Ecuménicos e ingresamos a monitorear el Checkpoint en Belén. Era 25, era, Navidad, profundamente deseaba encontrar el nacimiento de ese pequeño envuelto en pañales.
Pero la ciudad de Belén, el lugar en donde nació Jesús parecía olvidada por quienes dicen conservar la paz.
Vimos con nuestros ojos como le negaron la entrada a María embarazada, a José, a sus familias rumbeando a laburar, vimos como les dificultaron el paso a sus amigos que deseaban celebrar el nacimiento, a todos ellos y todas ellas que deseaban conocer al Jesús recién parido.
Sentimos el encierro que provocan esos grandes barrotes de hierro, esas altas y oscuras paredes. Escuchamos a los soldados gritar una y otra vez “come back”, “come back”. Observamos como las personas intentaban una y otra vez lograr la aprobación para poder cruzar, los vimos sacarse sus zapatos, sus cintos, sus sacos, los vimos cuestionar ¿por qué? Y escuchamos una y otra vez el mismo rechazo desde el otro lado del vidrio blindado.


Y ahí estaba Lucas, recordándome el relato del nacimiento.
Por aquel entonces se promulgó un edicto de parte de Augusto César mandando empadronarse a todos los habitantes del Imperio Romano. Este fue el primer censo que se hizo, y tuvo lugar cuando Cirenio era gobernador de Siria. Y todos se desplazaron a su lugar de origen para empadronarse.
Por esa razón también José tuvo que ir desde el pueblo de Nazaret de Galilea a Belén de Judea, que era el pueblo de su antepasado el rey David; e hizo el viaje con su prometida María, que estaba embarazada.
Cuando estaban allí se le cumplió el tiempo a María, y dio a luz a su primer hijo; y le puso unos pañales y le acostó en el pesebre, porque no habían encontrado habitación en la posada del pueblo.” (Lucas 2: 1-7)

Hace 2000 años una familia buscando un lugar en dónde pasar la noche y una mamá esperando por dar a luz, hoy, cientos de familias expulsadas de sus tierras, con sus casas demolidas, sus árboles de olivos quemados o cortados, sus animales acribillados, buscando, caminando, tratando de seguir alguna estrella que los conduzca hacia algún lugar en donde pasar la noche.
Hace 2000 años Belén, una ciudad controlada por el Imperio Romano, exigiendo tributos personales y territoriales al César, hoy, 2000 años después, la ciudad controlada por Israel.
Hace 2000 años el gurisito Jesús hablando de libertad, enseñando con sus actos, luchando por una vida justa, hoy, cientos de gurises pidiendo a gritos ser libres, ser liberados, durmiendo con miedo, sin saber si esta noche llegarán los soldados y se los llevarán, o si al cruzar el checkpoint algún soldado sienta “miedo” de ellos y decida dispararle 1, 2, 10, 15, 20 veces hasta ver su sangre correr y su cuerpo desvaneserce.
Hace 2000 años Herodes ordenaba matar a todos los pibitos menores de 2 años, tratando de dar muerte a quien sería imposible matar, hoy, 2000 años después, bebés y familias enteras quemadas vivas por grupos de colonos judíos, pibes secuestrados, torturados y matados, familias que esperan meses por la entrega de los cuerpos de sus hijos para llorarlos, despedirlos y sepultarlos, en la incertidumbre, sin saber si esto sucederá, si los cuerpos llegarán enteros o sin sus órganos.
Hace 2000 años la vida en estas tierras era vulnerable, hoy también.

Hace 2000 años un ángel les anunciaba a los pastores la buena noticia, les decía que no tengan miedo, que había nacido un Salvador.
No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo, el Señor” (Lucas 2: 10-11)
Hoy esas palabras se hacen presentes nuevamente, el rostro del pequeño está aquí, sus ganas de vivir, de sentir, su deseo de encontrar lugar en medio de personas amontonadas, en medio de turistas que sacan fotos, de autoridades que posan, en medio de árboles que encienden sus luces, en medio del lujo y despilfarro, pero también en medio del sufrimiento y del dolor en Belén, en Huwwara, en Nablus, en Beit Furik, en West Bank, en Gaza.



El gurisito Jesús sigue intentado entrar en los abarrotados corazones y traernos su luz, esa luz que los locos ven dice el rock and roll, y hoy mas que nunca creo que es la luz que los locos ven, aquella que nos puede guiar, acercar, abrazar, invitar a creer que es ahi mismo, en la debilidad, en el lugar donde no hay lugar, en el pequeño espacio donde El se hace presente y nos invita cada día a nacer de nuevo. Y si, la locura es necesaria ara creer en ese proyecto de vida al que nos invita Jesús, ese proyecto que va en contra de la corriente, en contra de los poderes establecidos, será nomás que habrán de llamarnos locos.

Luego de 67 años de ocupación, esta Navidad en Belén no tiene nada de anormal. “Lo anormal se ha vuelto normal” repiten una y otra vez las familias que visitamos.
En esta Navidad 130 familias están llorando a sus jóvenes palestinos asesinados durante los últimos meses, otra Navidad en la que cristianos Israelíes debieron pedir un permiso especial para viajar a Belén y celebrar sus tradiciones relgiosas. Otra Navidad en donde las restricciones de movimiento y la desesperanza parecen ser el paisaje habitual.
Si Jesús hubiera nacido hoy, probablemente no hubiese podido entrar a Palestina, y en el caso de haber pasado, sería uno más de los palestinos que hoy en día viven bajo ocupación privado de sus derechos humanos.

Pero Jesús nació, hermanos y hermanas, una vez más ese niño pequeño y frágil se hizo y se hace presente aquí y ahora, con sus diferentes rostros, con sus diferentes llantos, con todos sus nombres, y nos viene a anunciar la Buena Nueva de su Reino, El está aquí viviendo, resucitando cada día, diciendo NO a cada cruz que se alza aquí o allí, en Palestina, en Argentina, en Uruguay, en Latinoamérica.

Se ha cumplido el plazo, ya llega el reinado de Dios, enmiéndense y tengan fe en esta buena noticia” (Marcos 1:15).

Que el nacimiento de Jesús, la esperanza, la denuncia de la injusticia, el anuncio de la vida plena y la alegría del nacimiento sean, hoy y siempre. Amén.

Paula Fogel
30/12/2015

Yanoun-Territorios Palestinos Ocupados

martes, 22 de diciembre de 2015

Cuidame

https://www.youtube.com/watch?v=VomD9m6tbLA

Hoy sentí que Karan nos decía a gritos con su mirada “cuidame”.

Mi hermana Cristina, mi amiga Aye, y muchas mujeres que son parte de mi caminar me han regalado el privilegio de compartir  mi vida con niños y niñas.
Durante el estudio de teología hice mis prácticas en dos comunidades, Castelar y Florencio Varela, lugares donde aprendí, escuché, jugué, soñé y reí con los más pequeños. Este año comencé a trabajar en el jardin del Colegio Ward, compartiendo “educación cristiana” con los más gurisitos. Cada momento vivido con los “preferidos de Jesús” (como dice una colega del colegio) es una bendición para mi. Ellos con su frescura, su amor, sus sonrisas tienen el don de transformar cualquier situación, por más compleja que sea en el mundo adulto. Aveces solo basta una mirada, un guiño, una palabra con menos letras para recordarme lo maravilloso que es vivir.

Hoy pensé mucho en los más pequeños, no solo en los que conozco, sino en todos los gurisitos, en sus juguetes, en sus deseos, en sus alegrías, sus tristezas, en sus vidas.
Hoy la realidad nos puso frente a frente con la vulnerabilidad de los niños.
Ibamos camino a Tammun, un pueblo donde una familia habia sido atacada por los soldados en los últimos días. Cuando nos detuvimos como cada mañana para tirar la basura, Ghassan frenó el auto y se quedo escuchando la radio (el locutor hablaba en árabe), luego nos tradujo al inglés que en  la noticia reportaban un incidente ocurrido durante la noche. Un grupo de colonos judíos había atacado a una familia en Beitillu (un pueblo de 3000 habitantes cerca de Rammallah).
Hicimos algunos llamados, y cambiamos los planes; nos dirigimos hacia la casa de esta familia.

Al llegar a la casa nos encontramos con algunos familiares, muchos niños del barrio, algunos canales locales  y con  Sinam, mamá de Karam, un bebé de 9 meses.
Ella nos contó sobre lo ocurrido. Durante la madrugada, mientras dormían ellos junto al papá Hossein, un grupo de colonos (que viven a un kilómetro del pueblo) habían roto la ventana de la habitación y arrojado dentro dos granadas, un cóctel molotov y gas lacrimógeno.
Entramos a la habitación, estuvimos solo dos minutos ahí, mis ojos, mi nariz y mi boca estaban irritados y no podía respirar. Necesité salir inmediatamente. Ya habían pasado 9 horas, todas las puertas y ventanas estaban abiertas, y aún así el olor y el efecto eran insoportables.
- Ni bien ocurrió el hecho, ”el bebé parecía muerto” nos dijo. Hasta el momento no habían recibido asistencia médica. El papá llamó inmediatamente a los vecinos, quienes socorrieron a la familia y les dieron hospedaje durante la noche.
Hasta aquí la historia resulta demasiado cruel, pero no fue suficiente para quienes estaban en la otra vereda.
Con aerosol pintaron sobre la pared un mensaje en hebreo que decía algo asi como “Hola, los saludamos desde la prisión, en Duma”.
Hace algunas semanas, (habrán leído, quienes siguen las noticias de Medio Oriente), un grupo de colonos prendió fuego una casa en Duma, allí murió  un bebé de poquitos meses. Luego del hecho, dos israelíes fueron arrestados.
Según los hechos, el plan de muerte continúa. El mensaje fue y sigue siendo claro.
-“Vivimos con miedo, tememos por la vida de Karam” nos decía la mamá mientras abrazaba a su pequeño bebé que nos miraba fijamente.
- “Esto es normal” decía Mohammed, nuestro contacto local, en los últimos días han sufrido ataques similares a lo largo y a lo ancho del pueblo. Los más afectados han sido niños y jóvenes.

Karam  y su mama




Estuvimos ahí, compartiendo el dolor, tomamos algunas fotos, anotamos todos los datos, charlamos con algunos periodistas, saludamos a las mujeres de la familia, y nos comprometimos a reportar lo ocurrido. Al volver viajamos rotos en silencio.
-”Si ustedes se sienten así, imaginen como siente la mamá y el papá de ese bebé” nos dijo Ghassan.
¿Y ahora? ¿Ahora qué? ¿En qué lugar queda la presencia protectora a los niños y las niñas? ¿Cómo sigue la vida esta familia? ¿Cómo dormirán esta noche? ¿Dormirán? ¿Cómo sentirán? ¿Qué pasa por la cabeza y el corazón de las personas que planean estos ataques? ¿Hay lugar para sentir? ¿Qué valor tiene la vida en este lugar? ¿Cómo continuará la vida de Karam y la de sus papás?

Aquí estoy, esperando el milagro, ese milagro del nacimiento, de la vida, de la libertad para crecer, para jugar, para ser niños y solo niños, el milagro que ponga fin a esta situación injusta que cada día aprieta el pecho un poco más.
Ya casi llega la Navidad, ya casi celebramos la vida del niño Jesús, ese que nació en el pesebre, que vino a ofrecer la vida en plenitud.
Quiera este pequeño gran nacimiento traer luz, justicia y esperanza a este lugar. Un deseo fuerte de vida plena, una oracion color verde esperanza para Karam, para Sinam, para Hossein.


Paula Fogel – 22/12/2015
Yanoun – Territorios Palestinos Ocupados




sábado, 19 de diciembre de 2015

Y deberás plantar y ver así a la flor nacer y deberás crear si quieres ver a tu tierra en paz

Algunas noticias nos habían llegado el jueves, 24 pibes detenidos en Cisjordania, un pibe muerto a manos de las fuerzas de Seguridad Israelí, en el Checkpoint de Huwara (a unos pocos Km de Yanoun). Llovía, el cielo estaba cargado, revuelto, mis sentimientos también.

Luego de la caminata diaria alrededor de Yanoun partimos hacia Khebert Tana, un pequeño poblado, con algunas cuevas construidas en el interior de las rocas.
Las ovejas, los burritos, las montanas, el paisaje de este lugar. 


Las casas en las que habitaron las familias antes de la ocupacion 

 Al llegar nos recibió con una sonrisa Majid Afif Nafed, venía caminando con su vara, recién llegado de alimentar a sus ovejas, allí, en una cueva, él vive con su familia, aunque en esta época solo se encuentran los hombres en el lugar; las mujeres y niños viven en el pueblo mas cercano que se llama Beit Furik.
En enero su familia se muda ya que comienza la temporada con más trabajo, la producción de quesos, el cuidado de los animales, la producción de la tierra, y es necesaria la colaboracion de todos los integrantes de la familia.
La agricultura y el pastoreo de ovejas  son las fuentes de trabajo de los residentes en Khebert Tana.

Ni bien llegamos, nos invitaron a tomar te, nos ofrecieron sillas y nos mostraron sus animales.
Durante la charla Majid nos contó que viven allí “desde que Allá creó la tierra”, sus padres, abuelos y bisabuelos habían nacido allí, y por eso él decide quedarse y resistir cada día.

En el año 1970 el lugar fue declarado zona militar (área C) lo cual prohibió la construcción de casas  y cualquier estructura, también  desconectó a los residentes del agua y la electricidad.
El paisaje cambió mucho desde el comienzo de la ocupación, antes, en este mismo lugar vivian 5.000 personas que durante años han sido desplazadas, sus tierras  confiscadas y sus casas demolidas. Hoy son solo algunas familias, unas 200 personas las que viven alli.

En el año 2005 la Administración Civil Israelí demolió la mayoría de las casas, la escuela y bloqueó la entrada a las cuevas.
Los residentes presentaron su reclamo al Tribunal Superior de Justicia, pero el pedido habitacional y de construcción fue rechazado por los jueces en el año 2009.
Desde ahí el pueblo fue demolido 5 veces, las casas, las cisternas de agua, la escuela, sus vidas. Cada vez que demolieron el pueblo, las familias regresaron y volvieron a construir sus casas allí. El motivo por el cual hoy viven en cuevas es que tienen prohibida la construcción de estructuras permanentes.


Algunas mañanas cuando se levantan encuentran ovejas muertas, o aveces no las encuentran, estas son robadas por los soldados que cada noche ingresan con sus jeeps al pueblo.

Le preguntamos si siente miedo de vivir alli, “no tenemos miedo, ya perdimos todo, esta es nuestra tierra y no le hacemos mal a nadie, queremos trabajar, cuidar nuestras ovejas. Si me da mieda la nueva generación, ellos son más vulnerables que nosotros en este momento”.

Empezó a llover y decidimos movernos a mirar las casas demolidas, antes de partir le preguntamos si podíamos compartir esta historia con ustedes, nos respondió que sí, que se puso muy feliz cuando nos vió llegar y que nos agradecía de antemano por compartir esta realidad en cada uno de nuestros lugares, que nos esperaba en enero, cuando el campo ya estará más verde, asi podremos compartir algunas comidas caseras.
Su mensaje, su deseo, para compartir con ustedes fue el siguiente:

“Acá hay gente que es víctima, que está sufriendo, somos simples trabajadores, queremos vivir tranquilos y cuidar de nuestros animales”.


La escuela, demolida 2 veces.
 De a poquito fuimos regresando, aunque al cerrar los ojos seguiamos viendo ese paisaje, seguian sonando estas injustas historias de vida en nuestras cabezas. 
Cruzamos por Beit Furik y nos encontramos con una procesion por la muerte de Abdulla Nasasreh quien habia fallecido el dia anterior.


Caminamos juntos, ore en silencio.
Al partir nos encontramos con la ruta bloqueda antes de llegar al Checkpoint. Estuvimos esperando, hasta que los soldados se fueron y habilitaron el paso.


Viernes en Cisjordania. La vida diaria de quienes habitan estas tierras.
Dolor, bronca, sentimiento de injusticia se tejen cada dia, igual asi, en esta realidad, hay quienes  deciden resistir, y esto, esto solo es posible en un acto de amor.
Amor a la tierra, a la libertad, a los arboles, a los animales, a la familia, a las tareas cotidianas, amor a la vida, amor a una tierra en paz.

Las historias de Majid y de Abdullah, hoy, son la realidad cotidiana del pueblo palestino.
 "Quedandote o Yendote" escribia Spinetta, "y deberás plantar y ver así  la flor nacer y deberás crear si quieres ver  tu tierra en paz" recorde la letra mientras escuchaba la historia de vida de la gente en este pueblo. Quiera Dios que el deseo de Majid y de su pueblo se haga realidad.
https://www.youtube.com/watch?v=btu2ehHJR7M

Aunque mi esperanza hoy se encuentre un poco marchita, confio en que Dios siga regandola cada dia, para seguir creyendo y trabajando juntos por una tierra, en donde las personas vivamos en paz y libertad. Sin muertes, sin demoliciones, sin desplazamientos, sin miedo al acostarnos a dormir.

Hasta el proximo relato.

Paula Fogel
18-12-2015
Yanoun - Territorios Palestinos Ocupados


domingo, 13 de diciembre de 2015

Hoy vale más despertar que soñar, en este juego.

Que los niños tienen derechos, lo aprendí en mis primeros años de vida, que los adolescentes y jóvenes tenemos derechos me lo enseñaron en la escuela secundaria, en el grupo de jóvenes, en los campamentos, mis padres, mis maestros, mis amigos me hablaron de eso, me enseñaron a apropiarme de ellos, aprendí a luchar por ellos “junto con”, que tengo el “derecho” a reclamar mis derechos también.
Pero, ¿Qué pasa cuando esos derechos no son respetados? ¿Cuál es la puerta a la que hay que llamar para hacer el reclamo, cuál es el número que funciona las 24 horas para denunciar las violaciones de derechos humanos de los niños y las niñas aquí en Palestina?
Preguntas, me surgen preguntas cada mañana, cuando acompañamos a los pibes a las escuelas en As-Sawiya en la región de Nablus.


Hace casi una semana nos mudamos junto a mis compañeros del Grupo 59 a Yanoun, un poblado de 80 personas en la región de Nablus (norte de Cisjordania). En mis próximos relatos les contaré sobre la hospitalidad de las familias, los aromas, sonidos y sentidos, sobre la vida diaria en este lugar.
Las personas en Yanoun junto a otros pueblos cercanos viven rodeadas de asentamientos de colonos judios, con torres que sirven al control militar y se pueden divisar desde lejos por su altura y sus luces. Los colonos (niños, niñas, jóvenes, adultos y ancianos) reclaman como propia la tierra en la que los palestinos viven.
Para ejercer su reclamo utilizan diferentes métodos, uno de ellos es la incursión dentro de las escuelas en As- Sawiya (ubicadas en el área C) arrojando gases y bombas, pintando las paredes con mensajes violentos, rompiendo las aulas, violentando a los estudiantes y docentes, algunas veces esto sucede durante el horario de clase, algunas veces por la noche. No importa el momento, aquí la sensación de impotencia e injusticia renace cada día, es parte de cada cuerpo, de cada mirada, de cada testimonio compartido durante estos días.
Hoy quiero compartir con ustedes la situación de los niños y las niñas en estas tierras.

Cerca de las 08.00 de la mañana nuestro amigable chofer Ghassan, nos acerca a las ecuelas (separadas varones y mujeres), desde ahi caminamos junto con ellos, y luego nos dividimos para monitorear la entrada de las niñas y los niños. Algunas maestras esperan afuera, también el director y el secretario en la escuela de varones. En esta primer semana nos presentamos, nuestras primeras palabras en árabe y en inglés con los niños y las niñas.

Se preguntarán porqué es necesaria esta tarea, si muchos de nosotros viajamos e ingresamos solos y “protegidos” a la escuela en nuestra edad escolar.



Bueno, aquí, en los territorios ocupados palestinos la situación es diferente, cada mañana un grupo de soldados israelíes se encuentra en los alrededores de la escuela, con sus vestimentas y sus armas, ellos caminan entre medio de los pibes, también sus vehículos se pasean en este horario. Quizás es necesario recordarnos cada día el lugar en donde nos encontramos, quizás es necesario este accionar para que no olvidemos que estos pibes viven cada día de sus vidas bajo la ocupación militar israelí



Con algunos integrantes del equipo anterior compartimos charlas de presentación y café en las oficinas de las escuelas, los directores nos contaron sobre la situación durante los últimos meses. Algunos jóvenes nos compartieron sus videos en los cuales registraron momentos donde los colonos ingresan a la escuela arrojando bombas y gases lacrimógenos, gritando, violentanto a maestros y a estudiantes, ¿Las pruebas de esto? Nos la mostraron también.

El Articulo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU-1948) afirma lo siguiente:

1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación será gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y a las etapas fundamentales. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser accesible en general y el acceso a los estudios será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales. Promoverá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos raciales o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educacióon que habrá de darse a sus hijos.

¿Y los derechos humanos dónde están? ¿Dónde están las libertades fundamentales? Nos preguntaba con lágrimas en los ojos el director de la escuela de varones, luego de relatarnos una situación de arresto a un estudiante y un profesor en horas de clase algunos meses atrás.

Quizás es dificil imaginarlo, o quizás no, quizás depende de la sensibilidad, y creo que la sensibilidad es un sentido que si no lo ejercitamos a diario se va cubriendo de pequeñas cascaritas, que pasado un tiempo se transforman en cascarón, nos endurecen, al punto de volvernos in-sensibles, osea, sin sensibilidad, duros, fríos, poco humanos.
Quizás aquí pueda ir encontrando respuestas a mis preguntas de cada mañana.
Hoy estoy confundida, conflictuada con la humanidad, me cuesta comprenderme, comprender las maneras de relacionarnos, las formas de mirar al otro, que no es tan diferente a la forma en que me miro y me entiendo como ser humano, la manera en que construyo vínculos con otros, como parte de esta casa que habitamos en común.

En la escuela de Urif, el director nos mostró un árbol, creado por los pibes, lo llamativo son los materiales con los que este árbol fue construido, los gases y las bombas arrojadas por los colonos en las incursiones a la escuela. Recordé la canción que le dió nombre a mi blog: “Nunca se sabe, puede suceder, que la vida no termine nunca más”. En medio de la muerte, la vida, brotando en nuevas formas, con otros colores, con otros aromas, con nuevas esperanzas, esperanzas necesarias para abrir los ojos cada mañana, para despertar y desear estar de pié.


Tiempo de Adviento en estas tierras, Pedro Casáldiga en su poema “Verde Navidad” reza de esta manera:

Solamente faltan
unas lluvias más.
Háblame, Esperanza;
temores, callad;
que, a pesar de todo,
¡El nos nacerá!

(Gracias Negrita por guardarme como favorito a este maravilloso autor en mi computadora)

Hasta el próximo relato.

Paula Fogel


12/12/2015 Yanoun – Territorios Palestinos Ocupados

domingo, 6 de diciembre de 2015

Tiempo de Adviento

Domingo 06 de diciembre, segundo domingo de Adviento

Celebración de Adviento en Belén 5/12/2015 - Kairos Palestine

Para los cristianos el Adviento es el comienzo del año litúrgico, tiempo de preparación espiritual, de espera al nacimiento del niño Jesús.

Hoy, las coordenadas me encuentran aquí, en Tierra Santa, buscando esperanzada, esperando por nuevos nacimientos, nuevas transformaciones (personal y colectiva) que nos acerquen más como hombres y mujeres, entendiendonos como humanidad, como seres privilegiados por el regalo de vivir, de sentir, de encontrarnos en un abrazo, en una sonrisa, en la alegría y en el sufrimiento.

Hace casi una semana llegué a Jerusalén, con todos los sentidos predispuestos a la experiencia que estaba comenzando, hoy, 5 días después de haber llegado, creo que ni las noticias, las películas, las charlas previas, las fotos o los testimonios, habían generado en mí una idea de lo que sería estar aquí.

El primer día de la capacitación la consigna fué dibujarnos para presentarnos en el grupo. Se me ocurrió pegar una foto con la nariz roja de payasa y dibujarme como pájaro, haciendo alusión a mi apellido (Fogel = Pájaro), conté sobre mí, lo que me gusta, y una de las cosas que dije es que amo la libertad, por eso me siento identificada con un pájaro.

Mi dibujo de presentación, a la izquierda, en amarillo, el pájaro libre

Crecí en libertad, el lugar donde viví durante mi niñez y adolescencia no tenía tapiales, no tenía alambres de púa que me impidieran trasladarme de un lugar a otro. Nunca necesité de mi documento para moverme de un pueblo a otro. Nunca me detuvieron en la calle por resultar "sospechosa", nunca me revisaron la mochila mientras viajaba en algún colectivo, nunca estuve rodeada por soldados o policías con enormes armas y tratos inhumanos.

A decir verdad, hasta ese día poco había caminado y sentido las calles en Jerusalén y alrededores, solo había estado en el hotel.
Durante la semana caminamos, nos movimos, conocimos Jerusalén, visitamos Belén, Ramallah, comunidades cristianas, barrios palestinos y barrios judíos.
Mis oídos se fueron acostumbrando a nuevos sonidos, el llamado a la oración utilizado por el Islam desde el minarete, las ambulancias, nuevas palabras en árabe, nuevas palabras en hebreo, las conversaciones en inglés.
Mi cabeza necesitó cambiar el chip, mi cuerpo necesitó concentrarse aquí, mis sentidos se agudizaron.



Muro de separación entre Israel y Cisjordania

Si la presentación fuera hoy a ese pájaro que dibujé le agregaría un muro, un checkpoint, un alambre de púa, soldados y policías, hoy, sinceramente, no puedo sentirme como un pájaro en libertad.

Checkpoint 300 (Separación entre Belén y Jerusalén)

Mis sentimientos se fueron modificando con el paso de los días, yo me fui transformando, mis sentidos están alerta, mi sensibilidad también.
No puedo dejar de observar, de sentir, de pensar que estamos aquí por tres meses, pero esta es la realidad que viven día a día miles y miles de personas que siguen esperando, que siguen orando, que esperanzados le piden a su Dios por la libertad, por la vida, por el derecho humano de vivir en libertad.

El pasado domingo (29 de noviembre) se cumplió el 68° aniversario de la resolución 181 de las Naciones Unidas, resolución que decidió crear un estado judío y otro árabe en la región de Palestina.

Desde ese momento, diferentes mecanismos operan cada día para hacer posible la separación. Uno de ellos es el muro que divide a los dos pueblos. 

La construcción del muro fue aprobado por el gobierno Israelí mientras corría el año 2002. El muro (vale la aclaración: construcción ilegal) se trata de un sistema de vallas de hormigón y alambrados  de hasta siete metros de altura que se encuentra intercalado por torres que sirven al control militar israelí (721 kilómetros de muro figuran en el proyecto inicial). 
Los palestinos que viven rodeados por el muro, deben obtener un permiso de las autoridades israelíes para poder pasar cada día de un lado a otro, y de esta forma tener acceso a los servicios fundamentales de educación, salud y trabajo (haciendo largas colas para poder pasar).
En el año 2003 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución que instaba a Israel a detener la construcción del muro y a desmantelar la parte construida por considerarla "ilegal".

A pesar de las resoluciones y reiterados pedidos de la comunidad internacional, el muro construido y la parte que resta por construir siguen vigentes, dividiendo pueblos, separando personas, alejando historias, empeorando las condiciones de vida de los palestinos, hay quienes le llaman "Valla de seguridad", otros "Muro de Cisjordania", o "Muro de segregación racial". 

Hoy no deseo enfocarme en los nombres, deseo enfocarme en lo que este muro genera en las personas (no olvidemos que los pueblos están habitados por personas como vos, como yo, por seres humanos). 
Hoy, en este segundo domingo de Adviento necesité un largo rato de silencio al volver al hotel, cerré los ojos y recorrí cada sensación vivida hasta aquí, recordé cada rostro, cada relato, cada imagen, cada sentimiento, lloré, oré, le volvi a pedir a ese Dios de muchos nombres que nos encuentre y nos prepare espiritualmente para recibir su nacimiento, pero un nacimiento en plenitud, donde los derechos humanos no sean violados, donde la muerte no sea necesaria para que algunas personas vivan, quiera Dios encontrarnos sinceramente unos minutos, para poder observarnos interiormente, reflexionar sobre nuestra humanidad, y revisar porque las personas necesitamos de muros, de barreras, de lineas que dividan casas, pueblos, cuidades y países, de controles que decidan si alguien puede pasar o no una línea divisoria.

Hoy volví a orar, volvi a pedirle a Dios por la humanidad, por el derecho a movernos en libertad, por el derecho de cada ser humano a ser libre como un pájaro.

Recordé un encuentro con mis amigos Vero y Fede, donde me invitaron a conocer esta maravillosa canción de los uruguayos Nico Arnicho y Edu Pitufo Lombardo. 
Hoy, en tiempo de Adviento, los invito a ustedes a dejarse llevar por su música y su profunda letra.


Hasta los próximos días.

Caminando las calles de Jerusalén con el chaleco que nos identifica durante nuestro tiempo aquí (EAPPI)


Paula Fogel
06/12/2015 - Jerusalén